domingo, 7 de septiembre de 2008

saludos

Hola Manca, ¿cómo estoy?
He dejado mis zapatillas
para ponerme botas
con tacos enormes
para divisarte en tu ventana.
Pasé por la feria oliendo frutas
y me metí en una que antes
me cargaba.
Aún me sabe horrible,
pero me excita.

No he cambiado mucho, ¿cierto?.
Dicen que ‘stoy más áspero,
yo pienso todo lo contrario:
estoy más tieso, ¿no encuentras?.
Y mi joroba, ¿te acuerdas?
¡Oh!, tantos momentos
lindos cayeron por ella.
Yo era tu dromedario,
tu saliva mi alimento en el desierto.
Tú no pasaste hambre,
yo menos sé.

¿Cuándo vamos a venir?
Aun nos falta engendrar niños,
pero son detalles.
Soñábamos con verlos
correr en la calle, cuando niños;
en sus piezas, cuando adolezcan;
correr a nuestro entierro,
cuando adultos.

Cuéntame qué es de tu clan,
¿la piel de tus piernas
sigue sin fin?
¿Te acuerdas cuando intenté meterme en ti?
Qué niño pensar que podía instalarme,
no sé, al lado de tu hígado.
Tú me querías en la aorta o algo así.

Pucha, en serio ojalá respondas.
Yo te he buscado en pájaros, peces y gatos.

Supe que te vieron
en el mismo motel
donde nos bañamos.
Yo no estaba, ¡poh!,
si no fui más.

Ya oh,
me tengo que incendiar.

No vemos, Manca,
solos alucinamos.

No hay comentarios: