domingo, 7 de septiembre de 2008

Acuarela

Ella vino y chorreó acuarelas para despertarme,
entonces mi brazo cayó.
Ella se sentó en la escalera
para dibujarme,
y con su pie me destapó.
Yo me cubrí la cara
porque no quiero hablar
mientras ella oía
cada gesto de rabia que mi espalda propalaba.
Entonces ella tomó sus pinceles más lisos malditos
y los hundió en mi brazo que colgaba sonriendo cicatrices.
La sangre fue colores de un llanto con olor a fiesta.
Saltaron las guitarras de la pared y el piano sacó a bailar a un pañuelo.
Había polvo volando y lanas corriendo a cuatro patas.
La canción que entró por la ventana se quedó gateando en su pelo y mi brazo, y su pelo fue mi brazo y mi brazo su pelo, yo le abrazo su pelo.

Yo desperté en medio de telarañas colorinches.
Me alegra este desorden.
Acabo de deshacer mi cama y estoy esperándola con mi brazo sonriente.

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